lunes, 2 de julio de 2012

neuquen.com.ar

Les informo que en la página  neuquen.com.ar, dedicada a noticias locales, el Jueves 28 de Junio de 2012 fue publicado en la sección “Historias de Nuestra Historia” mi artículo “EL PRIMER SUBMARINO ARGENTINO”  
Por el Ing Héctor Delmas –Presidente del Círculo de Escritores del Comahue –
 En el bicentenario, cuando hablamos de 1810, nos cuesta pensar en el entorno, con una sociedad donde la minoría de la nobleza disponía de todos los recursos, y los restantes habitantes reducidos a condiciones mínimas de servidumbre, la revolución francesa con sus consignas de libertad, igualdad y fraternidad, encontró a muchos idealistas, en general militares, comerciantes  e intelectuales, que tomaron estas banderas, y viajaron a las ex colonias de América española para colaborar en su emancipación.
Entre ellos llego el ciudadano norteamericano Samuel Williams Taber, de treinta años, nacido en la ciudad de Nueva York, y perteneciente a una familia acomodada de origen judío.
En cuanto arribo a Buenos Aires, Se presentó en el fuerte, donde expuso a los miembros de la Primera Junta los planos de un artefacto submarino que serviría para atacar a la flota realista. Su invento era una especie de tortuga de madera con un taladro en la punta con el que Taber pensaba perforar el casco de los buques Españoles en la rada de Montevideo, a efectos de colocar allí los explosivos.
La Primera Junta designó una comisión especial para que estudiara los planes de Taber, integrada por los dos militares, Cornelio Saavedra y Miguel de Azcuénaga. quienes, mediante un informe secreto, aprobaron la factibilidad de la idea y la posibilidad de volar los polvorines flotantes de la armada enemiga, todo financiado por Taber.
En menos de quince días comenzó la construcción del conocido solamente como “proyecto Taber”, dado el secreto de que se le rodeó. 
A poco de iniciarse los trabajos, el norteamericano fue enviado a la Banda Oriental en calidad de espía, a efectos de estudiar in situ el ataque. Taber regresó a Montevideo y se abocó a su misión realizando estudios de sondajes, corrientes, etc.
El 26 de marzo de 1811, junto con dos capitanes, dos subtenientes y un ingeniero, se disponían a huir del puerto oriental en una pequeña embarcación con el resultado de su espionaje, pero fue detenido, acusado de sobornar a marinos españoles. Cargado de cadenas fue llevado a prisión, donde permaneció hasta el 25 de mayo de 1811, en que, luego de muchas protestas, y mediante la intervención del cónsul norteamericano, y la única condición de que se embarcara en el primer navío que se dirigiera a los Estados Unidos y nunca más se inmiscuyera en los asuntos del Río de la Plata, fue liberado.
Pero Taber había decidido que su corazón era de Buenos Aires, descendió del buque en Río de Janeiro e inició el regreso, llegando a esta ciudad el 10 de septiembre de 1811.
Inmediatamente se reunió nuevamente con los miembros de la Primera Junta para exponerles su plan, que consistía en atacar con su invento una fragata y un bergantín españoles utilizados como depósitos de pólvora amarrados en el puerto de Montevideo. La Junta aprueba el plan y nombra a Taber capitán de artillería ad-honorem.
Fabricada la embarcación, construida en madera, de entre ocho a diez metros de largo, pintada de negro y marcada con una “T” en blanco, sus partes son colocadas en un gran cajón de madera de pino, también marcado con una “T”.
El 21 de octubre de 1811 Taber solicita permiso para trasladarse a la Ensenada de Barragán con todo el equipamiento a efectos de completarlo, armarlo y experimentarlo en aguas del río. Esto era necesario porque el bajo calado de las aguas del puerto de Buenos Aires hacía imposible la navegación del artefacto. Además, hubiera llamado la atención de todos, y no faltaría el soplón que informaría a los realistas.
Jamás llegó a Ensenada, porque antes que la pesada carreta tirada por bueyes iniciara su travesía, el 22 de septiembre de 1811, cayó la Junta Grande y asumieron Juan José Paso, Manuel de Sarratea y Feliciano Chiclana.
A los miembros del primer triunvirato les pareció arriesgada la idea del norteamericano y la descartaron.
 Jamás se supo adonde fue a parar el cajón con las partes del aparato.
Taber siguió durante 1812 con sus espionajes, ahora en Chile, y el 8 de noviembre de 1813 murió en la estancia de su amigo Richard Hill, situada a 50 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, víctima de la tisis adquirida en su prisión de Montevideo. Legó todos sus bienes, según hizo anotar en su testamento, a la Junta Revolucionaria.
Los planos del submarino de madera desaparecieron, y la tortuga de Taber jamás pudo participar de la guerra de la independencia. Ninguna calle o plaza recuerda a este visionario precursor que puso su vida y sus bienes al servicio de su país de adopción.

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