viernes, 16 de diciembre de 2011

Diario Río Negro. Los Jara

15:12 15/12/2011

DECIRES y sentimientos

Historias detrás de las canciones

Leoner Jara es autor de la canción "Corazón de camionero". Con su hermano Mateo no se pierden peñas ni escenarios. Dice que lucha para que no

"haya compañeros en negro".

Leoner Jara se autodefine como camionero de profesión y cantor por naturaleza. Canta desde los 12 años. En 1969 llegó con su madre y hermano desde Chile a la Argentina. Abrazó la profesión de camionero desde hace 15 años, primero en el rubro del gas y ahora en el petróleo. Es el intérprete del tema "Corazón de camionero" casi un himno para los trabajadores del rubro.

La primera vez que cantó, lo hizo con su hermano Mateo e incentivado por su padre, un gran "guitarrero de tres notas" tal como Leoner lo recuerda. Y lo hizo en un tiempo en el que el folclore argentino gozaba de mucha aceptación y difusión en la sociedad: la década del 70. "La gente nos hizo un lugar en la sociedad. Nos vieron como los cantores que éramos en ese momento y no nos vio como lo pobres que éramos o que no éramos de acá. Nunca ocultamos que éramos chilenos, pero sin embargo la gente recién ahora se está dando cuenta", destaca sorprendido Leoner. Los hermanos Jara nacieron en Loncoche, un poblado chileno de la provincia de Cautín en la Región de Araucanía ubicado a la altura de Junín de los Andes. A este lugar no volvieron sino hasta casi 30 años después de su llegada al Valle.

Como artistas se han destacado en numerosos escenarios del país y el mundo. Como camionero, Leoner ha logrado conformar una familia y lleva consigo muchísimas anécdotas.

También en Cosquín

Llegaron a Cosquín por primera vez en 1999 de la mano de una empresa privada a cargo por ese entonces de la administración del festival más importante del folclore argentino. Leoner recuerda cantar luego de la actuación de la reconocida Teresa Parodi y encontrando a 10.000 personas muy emocionadas. En esta ocasión interpretaron un tema propio llamado "Por qué papá". "Esa sensación de ver al público emocionado levantarse y aplaudirnos de pié es algo que solo nosotros vivimos y no hay forma de describirlo" recuerda nostalgioso Jara.

Fueron tres las veces que "los Jara" pisaron suelo coscoíno. En todas tuvieron la posibilidad de ser registrados por las cámaras de la televisión pública, un detalle no menor para los artistas del interior del país. El artista rememora la primera vuelta al pueblo: "La gente nos recibió con una gran caravana como si hubiésemos ganado el mundial. Nosotros somos profetas en nuestro pueblo, a nosotros el pueblo nos quiere mucho".

"Los Jara" participaron de diversas formaciones y bajo múltiples nombres durante estos 38 años de carrera. Desde su primera actuación en un concurso organizado por Canal 7 de Neuquén y hasta la primera llegada a Cosquín cantaron como "Grupo Amancay". Ya desde 1999 y a raíz de la existencia previa de un grupo homónimo decidieron presentarse como "Grupo Millaray" denominación que perduró hasta 2004. Es entonces cuando aparecen como dúo, simplemente como "Los Hermanos Jara" hasta la actualidad. Con esta última formación han viajado nuevamente a Cosquín, recorrieron gran parte del país y diversas localidades de Chile.

Leoner es un ser político y muy afín a las políticas impulsadas por la conducción del sindicato de camioneros rionegrinos. Quizás dicha influencia lo llevó a encarnar la interpretación de un tema que lo llevaría a la consagración regional: "Corazón de camionero". Inspirados en la obra de "Camargo y Luciano", un dúo de cantantes brasileños, los Jara decidieron grabar "Corazón de camionero" considerado por los trabajadores del rubro como un casi un himno a su labor. En la versión local el plus esta dado por el recitado intermedio del tema musical, creación pura de Leoner Jara e inspirado en las tantas anécdotas y sentimientos de la tarea diaria del camionero.

En una fecha tan especial como el Día del Camionero, el artista considera que los problemas más graves para el sector estarían en los tercerizados. En aquellos que están en negro y no tienen acceso a los beneficios del trabajo legal.

Leoner Jara, la historia detrás de una canción.

Hoy, en rionegro.com.ar un trabajo multimedia de esta entrevista y de actuaciones de los hermanos Jara.

martes, 30 de agosto de 2011

Samanta Contin. Diario Río Negro. 23/08/2011

Ojos patagónicos que retratan el mundo
01:09 23/08/2011

Nosotros Patagonia, grupo integrado por las áreas de cultura de las casas de Neuquén, Río Negro, La Pampa, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego armó la Segunda Muestra de Fotografías "La otra Patagonia" que se inaugura el jueves, a las 14 en Casa de La Pampa, Suipacha 346, CBA.
En ella, exponen retratos, el pampeano Fabián Muñoz Docampo, Nicolás Quintero Cárcamo de Santa Cruz, el fueguino Gustavo Groh, Martín Naya de Neuquén y la rionegrina Samanta Contín (23).
Nacida en Bariloche, desde pequeña, Contín se sintió atraída por el arte y la imagen fija. En 2007 comenzó a estudiar Diseño de Indumentaria en la UBA y realizó cursos de Fotografía, Styling, Dirección de Arte y Vestuario para Cine y Teatro. Sus obras plásticas fueron exhibidas en el encuentro "Cara a Cara", y sus fotos, en Casa de Río Negro, el teatro Pupila Madre, Buenos Aires Photo 2010 y el Ministerio de Hacienda, Obras y Servicios Públicos de Río Negro. Hoy desarrolla en Venezuela -vive en Maracaibo- una investigación fotográfica sobre América Latina, sus niños, sus paisajes y sus costumbres. "Me gusta contar historias a través de las fotos, generar sensaciones que obviamente son subjetivas. Un recuerdo mío de felicidad no es igual a uno tuyo. Y los niños son buenos contándolas, por eso me gusta tanto trabajar con ellos. Además no están contaminados con los conceptos sociales que tenemos las personas un poco más grandes, que nos tratan de inculcar –entre comillas- a través de la educación o de comportamientos determinados. Los chicos son mucho más puros", le dice a "Río negro".
–¿Por qué tomaste estas fotos que exponés, qué te atrajo de esos rostros?
–A Wilson, el nene de las manos manchadas, lo conocí en una plaza de La Paz (Bolivia). Tuve que hacer tiempo durante muchas horas y como estaba con una mochila muy pesada, no podía moverme. Él trabajaba en allí y cuidaba, con sus cinco años era responsable de cuatro hermanos… Nos pusimos a jugar y cuando pude captar su imagen, se me acercó y empezó a contar su historia. Es una de mis fotos favoritas la de Wilson, un niño que todos los días sale a buscar el pan para comer. Sayén es hija de artesanos argentinos que vienen viajando hace mucho tiempo. Es un ser súper especial, desde que nació en viaje está mamando distintas culturas, diversas formas de pensar, de vivir, de vestirse, de moverse. Es una pequeña muy sabia. El día de la toma, estábamos trabajando en Choroní (en el norte del estado de Aragua, Venezuela), para la elección de la mini reina entre nenas de cuatro a siete años. Ella no participaba porque no es del pueblo, los papás estaban viviendo ahí un tiempito y como es un personaje que se hace notar en todos lados, la invitaron para coronar a la reina. ¡Divina cómo se mueve entre el mundo adulto! Hay una tercera foto de un chiquito moreno que tiene arena en la cara y se llama Giovanni, con una sonrisa tan bella como contagiosa…
–¿Cómo llegaste a Venezuela?
–Arranqué el viaje para preparar un ensayo latinoamericano sobre culturas y porque me encanta viajar, y me quedé en Maracaibo (noroeste del país a orillas del lago homónimo) un tiempo (sonríe) porque me enamoré y me junté acá. Pero estoy con proyectos de seguir moviéndome y recorrer toda Latinoamérica y armar –si puedo- un libro. Todo lo sostengo yo, vendo fotos y soy artesana también, trabajo mucho telas porque estudié Diseño de Indumentaria, mi otro amor. Por suerte me va bien y me he podido mantener hasta hoy. Viajar es la escuela más importante de todas porque se aprende de otras costumbres y de otras personas. Nada es como te lo dijeron y se puede crear una realidad propia, igual que en la fotografía. Me gusta contar a través de las fotos porque puedo elegir qué parte enfoco y cuál, no. En la vida puedo hacer exactamente lo mismo… Es un orgullo y una pasión sentirme libre, hacer lo que quiero y crearlo.



Eduardo Rouillet


lunes, 29 de agosto de 2011

Cortometraje Barilochense en Festival Iberoamericano La Mujer y el Cine 2011

Festival Iberoamericano La Mujer y El Cine 2011

El cortometraje "Un aplauso para el Asador" dirigido por Marcela Palacio y María Gabriela Vallecillo, fue seleccionado para participar en la competencia Iberoamericana de Cortos. "Un aplauso..." forma parte del conjunto de 50 obras seleccionadas de toda Lationamérica y España (ver). Este año, la temática propuesta por la organización es "Abuso de genero" y "Pueblos Originarios".
Al Igual que en la edición 2009, ambas realizadoras vuelven a representar a la región en un certamen de primerísimo nivel.



Sinopsis

Hay violencias encubiertas socialmente naturalizadas... Esta historia es solo una muestra de tantas... Un domingo cualquiera comienzan los preparativos de un asado familiar. A medida que se van desarrollando los acontecimientos, Mechi abrirá sus ojos a una nueva realidad

Ficha Técnica

Un aplauso para el asador
Duración, 6:40 min
Año de producción, 2011

Dirección,
Marcela Palacio
María Gabriela Vallecillo

Producción
Marcela Palacio

Dirección de Fotografía
María Gabriela Vallecillo

Cámara & Montaje
Fermín Valeros

Reparto
Julio-Marcelo Barrera
Mechi- Gabriela Navarlaz
Sara-Yolanda Geeraert
Hija-Sofía Sanchez
Hijo-Juan Fatur

jueves, 18 de agosto de 2011

Ramón Espinosa. PÁGINA 12


PÁGINA 12

Jueves, 7 de julio de 2011

LA PEñA POP HACE HISTORIA EN GUEBARA BAR

La gran bestia pop

Federico Cabral (Sancamaleón), Goy Ogalde (ex Karamelo Santo), Carlos Martín (Bersuit), Manu Espinosa (La Esponjosa) y Charlie Desidney tomaron el bar de San Telmo por asalto y formaron un colectivo horizontal.

Por Cristian Vitale

“Encontramos la magia dentro del caos”, lanza Charlie y el resto deja traslucir una mirada cómplice. La disposición de posiciones para hablar con el NO tiene latido de fogón: cinco bancos altos –de madera– en ronda, otro en el medio para apoyar el grabador vintage, luces de colores y la barra, aún despoblada, detrás. El lugar no podía ser otro que el Guebara Bar, espacio de resistencia, parada fija para los borders inquietos de San Telmo, sitio que viene contrapesando los embates de la máquina burocrática hace 17 años. No podía ser otro, además, porque fue donde La Peña Pop se originó, se desarrolló y tomó forma... donde encontró esa magia en el caos. “O de gozar para salirse de lo normal”, en palabras de Fede. “O de estar en situación de placer, respirando hondo”, según Manu. “La importancia del lugar es clave –interviene Goy–. Acá se nos abrió la puerta y ¡nos daban viáticos por tocar!... es increíble que pase esto en el estado de cosas actual. Yo llegué, planté bandera y no me fui más”, dice el hombre de las rastas por la cintura. “Es importante lo que se hizo acá para que pasen movidas durante el momento en que la actividad se paró por Cromañón y los monopolios. Los quioscos que quedaron están todos muy cuidados, pero acá empezó otra cosa, muy cálida, muy receptiva”, refrenda Charlie, claramente influenciado por el contexto.

Federico Cabral (Sancamaleón), Goy Ogalde (ex Karamelo Santo), Carlos Martín (Bersuit), Manu Espinosa (La Esponjosa) y Charlie Desidney, solista australiano nacionalizado argentino, productor y songwriter –entonces– tomaron Guebara por asalto y encontraron ese solaz colectivo y horizontal. En situación de show parecen una especie de Crosby, Still, Nash & Young con batería, cajón peruano y charangos. Todos cantan, todos tocan –climáticos, guitarreros, acústicos–, todos hacen coros, todos aportan canciones y la participación se divide justo: La Peña Pop es un 20 por ciento multiplicado por cinco. “Cuando todavía estaba con Karamelo, para mí esto era como una descarga; ahora que me fui de la banda siento que me hace bien el ejercicio de la música. Cantar en armonía, armar un grupo a la beatle, a la mucha gente cantando, distintas voces, una mezcla de algo científico musical con algo delirado, para mí es hermoso. No es lo rítmico y bailable que hago en mi proyecto solista, es una onda pichones de Beach Boys que nos resulta divertida”, cuenta Goy.

–O de Crosby, Still, Nash & Young con baterista. En los momentos más calmos parecen un déjà vu.

Goy: –Tal vez, y yo soy guitarrista, no soy “el” cantante.
Charlie: –Nos sorprendemos con las versiones... Nunca los temas son iguales, nos damos ciertas licencias, creo que la Peña nos nutre y nos oxigena.
Goy: –Yo estaba muy encasillado con Karamelo. Viajaba, tocaba, pero no había improvisación... Todo lo que pasaba estaba armado como un show, por eso la cosa con la peña fue de psicoanálisis, de liberación. Los cinco estábamos totalmente saturados de la música de los otros y de la nuestra. Había ganas de tocar canciones.
Son casi las once de la noche y el frío hiela la sangre en San Telmo. De repente, Mariano –bancatutti del under, bolichero de los buenos, el hombre que le dijo que no a Manu Chao– habilita la puerta y entran 30 personas juntas. Vienen a ver a la banda programada (Sátiro) y la presión demográfica hace que la ronda, ubicada en el centro neurálgico del bar, se desarme. “¿Pueden ir arriba chicos?”, pregunta él. El semipiso tiene dos baños, un par de mesas y un reservado momentáneamente deshabilitado. Goy, Charlie, Manu y Fede –Carlos está ensayando con Bersuit– se disponen otra vez en ronda y van al principio. “Empezó como una juntada espontánea, como un evento medio loco, particular, por eso el nombre ¿no?... una peña pop en la que cada uno de nosotros se subía de forma individual y se bajaba para que suba otro, pero después nos empezamos a juntar y vimos que cerraba bien”, detalla Charlie. “Sí, eso de subir por partes era medio solemne, cantaba uno y los otros nos mirábamos, medio raro”, se ríe Goy. Ayuntados, entonces, los cuatro compositores-cantantes más el baterista de Bersuit sumaron intenciones y, en un breve lapso, registraron 15 canciones en un demo que circula por Internet y que pronto verá la luz en CD. “Lo subimos a Internet y se empezó a pedir antes que salga, eso está bueno porque la gente sabe de qué se trata la peña antes que aparezcan la prensa y el marketing. Hay como una movida orgánica, una cosa que cierra sin forzar”, remarca Charlie.

–Acorde a estos tiempos de transición...

Goy: –Claro, porque hay una revolución cultural muy grande hoy. Con Internet hay una inteligencia colectiva en la que nadie come vidrio, sabe qué es lo bueno y lo malo, o quiénes son los ángeles y los diablos de este sistema. Hay un desenvolvimiento nuevo que hay que desarrollar, porque si uno sigue esperando que aparezca el mecenas y el sello que te banque todo estás en el horno. Los músicos nos acostumbramos a estar tranquilos, porque sabemos que lo peor que nos puede pasar es abandonarnos y no hacer más música. La Peña Pop es una muestra de cómo manejarse con madurez y recogimiento, porque yo particularmente estoy cansado, agotado. Firmé siete contratos discográficos, ocho discos, hice giras internacionales y la guita la vi pasar. Con la Peña Pop no pasa eso, es venir con la guitarrita, el pedalcito e ir a lo básico: do re mi fa sol la si, cantar y hacer lo que se hace en un fogón.
Manu: –A veces nos reímos con eso de que no somos novedad y la verdad es que no somos novedad, no vamos a provocar un suceso comercial, pero desde esa relajación están sucediendo cosas buenísimas y las canciones dan eso...
Fede: –Sí, cero ansiedad.

–No es fácil encontrar una banda con una “horizontalidad” tan marcada, en la que todos canten, todos toquen y todos aporten canciones. No sólo se ve en los recitales, sino también en las canciones que acaban de registrar.

Manu: –Es que al ser todos cantantes de nuestras bandas resulta automático. Es como jugar a la pelota y ser todos diez... Eso genera que todos defendamos y también que pasemos al ataque pisando la pelota, definiendo, tirando caños.
Goy: –Pero fue fluido, ¿eh? Algo natural. En la Peña no hay pautas. Cada uno elige lo que quiere hacer y a mí me gustó ser un guitarrista, un rockero.
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martes, 7 de junio de 2011

Página 12. Aimé Painé

Lunes, 6 de junio de 2011
Un libro desentraña la rara incógnita de Aimé Painé

“El canto era su excusa para difundir la cultura mapuche”

En Aimé Painé, la voz del pueblo mapuche, la periodista y docente Cristina Rafanelli retrata a la cantante que nunca grabó un disco, pero que tiene una calle con su nombre en Puerto Madero y cuya imagen se encuentra en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada.

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Aimé Painé murió a causa de una hemorragia cerebral en 1987, durante un viaje a Paraguay.
Por Gloria Guerrero

Cuando Aimé Painé murió, en 1987, tenía sólo 44 años. No llegó a conocer la bandera mapuche ni la Ley de Desarrollo Indígena 19.253, ambas instauradas recién en 1991. Nada supo de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la Asamblea General de las Naciones Unidas (2007) ni tampoco de las huelgas de hambre de los militantes mapuches chilenos a quienes les fue aplicada la ley antiterrorista, ni de cada uno de los dramáticos conflictos que la comunidad enfrenta particularmente desde los años ’90, cuando vio perdidas sus tierras... una vez más. Tampoco imaginó Aimé que alguna vez habría una calle con su nombre –en un Puerto Madero igualmente inimaginable por entonces– ni mucho menos que su rostro iluminaría las paredes del Salón Mujeres Argentinas de la Casa de Gobierno a la par de los de Eva Perón, Juana Azurduy, Mariquita Sánchez de Thompson, Alfonsina Storni o Cecilia Grierson.

Painé, que nació el 23 de agosto de 1943 en Ingeniero Huergo, Río Negro, luchó más de la mitad de su corta vida por recuperar y promover la cultura de su pueblo, con una voz deliciosa que tanto cantó canciones como supo alzarse, desafiante, en foros internacionales y debates domésticos. Sin embargo, su nombre y su obra siguen siendo una rara incógnita para gran parte de los argentinos. Tal vez Aimé Painé, la voz del pueblo mapuche (Biblos, 2011) ayude a acabar con esa ignorancia. Profundo trabajo de investigación de la periodista y docente Cristina Rafanelli –nacida porteña, radicada en Bariloche–, este libro le demandó a su autora casi veinte años de investigación en los que recogió testimonios y rastreó fuentes. Luego de eso, Rafanelli –quien conoció a Painé a fines de 1979– precisó otros diez para conseguir una editorial que quisiera publicar su trabajo. “¡Pero si los mapuches no compran libros...!”, debió escuchar la autora alguna vez. “El valor de Aimé Painé –dice Rafanelli, de visita en Buenos Aires para la presentación– no sólo fue pararse frente a un micrófono y cantar. Ella dijo que su canto era una excusa: una excusa para difundir la cultura de su pueblo.”

–¿Cómo una artista que jamás grabó un disco y que murió joven, con casi nula difusión en la Capital, llegó a tener una repercusión –tardía, pero aun así enorme– que alcanza hasta la Casa de Gobierno?

–Una de las magias de Aimé Painé fue ser “la primera”. Cuando fue invitada a almorzar al programa de Mirtha Legrand, en plena dictadura, su presencia resultó un impacto: apareció vestida a la usanza de las mujeres antiguas de su comunidad, con toda la platería, y empezó a hablar y a contar... ¡y los teléfonos explotaron! Debemos entender el contexto histórico: además de la dictadura argentina, por entonces estaba también la chilena; los mapuches solían ocultar su raíz y no se asumían como tales, por miedo a la discriminación. ¡Y Aimé apareció a la mesa de Mirtha ataviada como una mapuche, exhibiendo lo maravillosa que era su cultura! Hizo camino, a machetazos. No grabó nunca, es cierto, pero cantaba por todo el país, en todo lugar que la recibiera. Cada quien que la vio alguna vez la recuerda; a cada quien que la vio, le pegó, porque era absolutamente carismática, un ser especial. Ella no sólo pasaba la tradición: explicaba su cultura. Sus recitales, a medida de que ella iba investigando a las abuelas, terminaban siendo, casi, clases de antropología: “¿Por qué hacen esto las abuelas?”, proponía. Y entonces contaba alguna anécdota. Primero, traducía: “Este canto se hace a la salida del sol, significa lo siguiente...”, y después, recién entonces, cantaba.

–¿Quiénes son las abuelas?

–Ellas son una de las cosas más admirables del pueblo mapuche. Nosotros vivimos en una sociedad que margina, que mete en geriátricos a sus padres y trata mal a la gente grande, pero para el pueblo mapuche las abuelas son quienes llevan la sabiduría; la mapuche es una cultura oral, y son las abuelas las que la guardan en su memoria. También los abuelos, claro, pero mayormente las mujeres: después de la derrota que significó la Conquista del Desierto, fueron sólo ellas quienes pudieron recordar cómo vivía su pueblo y mantener vivos sus conocimientos. Por eso es tan importante toda la documentación de las abuelas, porque, si no, todo se pierde. Aimé decía: “¡Qué pasa, las abuelas se están muriendo!”. Y, sí, las abuelas se van muriendo, aunque por cierto son muy longevas; hay algunas que han vivido 120 años y guardaban una sabiduría increíble. Pude conocer a Rosa Cañicul, por ejemplo: su abuelo era machi. Por lo general las machis –las curanderas, las sabias– son mujeres. Los mapuches valoran el matriarcado y a la mujer; es más: los hijos solían llevar el apellido de sus madres, y no el de sus padres.

A Aimé Painé le pasó otra cosa. Su madre, hija de tehuelches, abandonó a su esposo mapuche y a toda su descendencia y Aimé, a los 3, fue separada de su comunidad porque su papá, solo y necesitado de trabajar, no podía hacerse cargo de tantos críos. Fue enviada, con cero conciencia de sus orígenes, a un orfanato-colegio de monjas en Mar del Plata, donde su voz privilegiada encontró muy pronto un lugar en el coro de canto gregoriano. Un día, el próspero abogado y autor teatral Héctor Llan de Rosos y su esposa, quienes buscaban adoptar, recorrieron con su mirada la filita de lindas niñas rubias y perfumadas que les habían expuesto. De pronto, el hombre escuchó, al fondo del pasillo, el canto de una nena. “¿De quién es esa voz?”, dijo. “Tráiganmela.”

Ella tenía 7 años y todavía era Olga Elisa; allí, el primer pliegue de la historia. “Fue una niña educada en lo mejor de lo mejor”, cuenta Rafanelli. “Una princesa, criada en el lujo. Y empezó a investigar, y empezó a leer...” Terminados sus estudios en Mar del Plata, Painé se mudó a Buenos Aires, sola; se recibió de experta en belleza y peinados, tejió y pintó, y cantó durante muchos años en el Coro Polifónico Nacional. Al final, se enteró. “Cuando muchos años más tarde escuché cantar a las abuelas mapuches –contó una vez Aimé–, ahí me di cuenta de por qué me había gustado tanto el canto gregoriano.”

“No es que cuando conoció lo mapuche, entonces le gustó el gregoriano que había cantado en su infancia en el orfanato: fue al revés”, cuenta Rafanelli. “Como si se tratara de la otra memoria de la que habla (el psicólogo Carl Gustav) Jung... Aimé conocía de memoria aquellos cantos gregorianos y muchísimo después, cuando escuchó a las abuelas, se dijo: ‘Claro, esta otra memoria, la memoria de mi casa, era la que me hizo disfrutar del canto gregoriano que cantaba cuando era niña...’.” Tuvo que volver para atrás. Empezar de nuevo. Y armar el rompecabezas.

–Quien imaginara en ella a una “ingenua indiecita” se tropezó con una mujer instruida y combativa que escaneó medio continente con su canto e investigaciones antropológicas, viajó a Ginebra para participar en sesiones de la Subcomisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y terminó dando entrevistas para la BBC de Londres.

–Tal cual: ninguna “indiecita”. Aimé era muy fuerte en sus convicciones, bajaba línea a cada rato. Defendía a muerte el camaruco, la ceremonia sagrada de los mapuches: no quería que participaran blancos ni que se utilizara turísticamente, y era muy dura al respecto. Otros –muchos– le decían: “¿Pero por qué no canta usted ‘Valderrama’?”; como trabajo, le habría sido mucho más fácil hacer otro tipo de folklore más allá del mapuche y, sin embargo, ella: “No, y no, y no”. Era así de testaruda. Cuando la invitaron a Europa, además, pudo reunirse con muchos de los exiliados de las dictaduras chilena y argentina. Pero siempre que hablaba acerca de los horrores de la Campaña del Desierto terminaba pidiendo que sus hermanos no pusieran el acento en el odio y el resentimiento; explicaba que la revolución, ahora, tenía que ser cultural: “El blanco no nos respeta porque no nos conoce”, decía. Y otra de las cosas muy valiosas que hizo –su obra quedó trunca por su muerte, pero creo que era el camino que se había trazado– fue recorrer todo el Norte. Aimé había empezado a visitar a los tobas, a los guaraníes, a los wichis, y a contarles: “En el Sur están los mapuches, los tehuelches, los hermanos de ustedes, y esto es lo que hacen”. Les mostraba a los indígenas del Norte lo que hacían los indígenas en el Sur, pero a la vez se nutría de toda la cultura del Norte y, cuando regresaba al Sur, les mostraba a los mapuches lo que se hacía en el Norte. Creo que Aimé Painé habría terminado siendo una cantante étnica argentina, en el sentido más abarcador del término. Siempre decía que quería hermanar a todos los pueblos originarios; investigaba sus historias y era increíble cómo situaba geográficamente a cada pueblo, dónde estaban, qué hacían. Por eso es tan inmensamente valorada por los antropólogos. Creo que hoy Aimé, probablemente, estaría viajando a la Bolivia de Evo, a la Venezuela de Chávez o al Perú de Humala, y difundiendo en toda la América latina la cultura de los pueblos originarios argentinos.

En septiembre de 1987 Painé murió a causa de una hemorragia cerebral en Asunción, Paraguay, durante uno de aquellos viajes. “Yo no puedo trabajar con el detalle y la calma que me gustaría –había dicho–, porque las abuelas se mueren, simplemente. Y no hay muchos todavía que hagan lo que yo hago; y si yo me muero, ¿quién seguirá mi camino?”

–¿Quiénes siguen ese camino?

–Sin dudas, la actriz Luisa Calcumil; ambas se conocieron durante la filmación de Gerónima (Raúl Tosso, 1985), una película que ganó muchos premios. Luisa también canta, y sigue los pasos de Aimé. Otra gran artista es Beatriz Pichi Malen, y hay algunos cantantes más. Pero Aimé fue la primera.

“Ojalá las palabras pudieran expresar lo que Aimé emanaba”, escribió León Gieco en la contratapa del libro: “Belleza, seriedad, dulzura y convicción en la búsqueda de sus raíces”. Desafortunadamente, como ya se dijo, no hay discos de Aimé Painé. “No hay cómo escucharla”, confirma Rafanelli. “Existe un CD que hace un par de años editó la Legislatura de Río Negro, pero está juntando polvo en las bibliotecas. Deberían reeditarlo; quizás este libro sirva para que Aimé salga del olvido. Y valdrá la pena. ¿Sabe por qué todos la aman tanto? Porque de golpe toda una cultura, toda una raza que fue tan discriminada, tan vapuleada, tan maltratada, encontró a una persona que le habló de lo hermosos que son, y le devolvió su dignidad. ‘Ustedes tienen que sentirse orgullosos de su sangre mapuche’, les decía Aimé. Después de tantos años de: ‘¡Vos sos un indio de mierda!’, Aimé les dijo: ‘Vos sos hermoso. Vos valés’”.

Sobre la calle Aimé Painé, en Puerto Madero, hoy se ofrecen para la venta o alquiler departamentos chiquititos (177 metros cuadrados) y otros, claro, más amplios. Sobre la calle Aimé Painé, una gran variedad de restaurantes incluye uno cuyo chef, según su página web, “estudió cocina en Francia y da vida a sus recuerdos de infancia con recetas clásicas”. Es una linda calle, en serio.

“A mí me fastidia mucho escuchar que alguien dice que la cultura del mapuche es una cultura en extinción”, le explicó Aimé al narrador Leopoldo Brizuela. “Más allá de que sea cierto o no. ¡Qué rápidos somos a veces para decir que algo desapareció! Y qué lentos para preguntarnos por qué. La tristeza del pueblo mapuche, mi tristeza, es parte de mi identidad... y de la identidad del país. Porque el país lo formamos todos, ¿eh? Los ricos y los pobres, los blancos y los indios. Aunque los blancos ricos, en general, se lo olviden.”

2000-2011 www.pagina12.com.ar

viernes, 18 de febrero de 2011

Editorial 13x13. Diario Rio Negro

Libros a mano
15:02 18/02/2011
Nazarena Natta Vera y Guillermo Flores crearon la editorial artesanal 13x13. Editan clásicos e inéditos, con diseño novedoso y dibujos de artistas locales.
Dos estudiantes encontraron un trabajo a medida de sus sueños. Venden unos trescientos libros artesanales por año.

Tienen 25 años, crecieron en una familia de clase media de General Roca, estudian en una universidad pública de Buenos Aires y no están dispuestos a resignar su sueño de trabajar en lo que les gusta. Entonces, armaron una editorial artesanal y en menos de un año vendieron trescientos libros.
Lo que para muchos puede parecer una utopía o una loca idea surgida de mentes idealistas, es para Nazarena Natta Vera (estudiante de Psicología) y Guillermo Flores (estudiante de Comunicación Social) una cosa seria, un modo de comenzar a ganarse "el mango de todos los días".
Desde abril del 2009 son los dueños, editores, compiladores, encuadernadores y distribuidores de la Editorial 13x13, un proyecto tan artesanal como novedoso. Imprimen textos de autores clásicos, que se dejaron de editar o de autores jóvenes inéditos. Ellos mismos los encuadernan manualmente con tapas duras de diseño moderno y les incorporan dibujos y fotos de jóvenes artistas argentinos. También publican ensayos, tesis de grado, textos académicos e investigaciones científicas.
El taller de producción funciona en los domicilios particulares de los jóvenes. Frente a una larga mesa de trabajo instalada en el patio trasero de la casa de Buenos Aires, cuando el tiempo se los permite, los "empresarios artesanos" encuadernan y embalan de a cien libros, que luego a pie o en colectivo trasladan a las librerías para su venta.
"Esto surgió por tratar de armarnos un espacio laboral que combinara algo de lo que nos gusta. No queríamos resignarnos a buscar un trabajo que no tuviera mucho que ver con nuestros intereses. Hace dos años estábamos sin trabajo y charlando, decidimos encarar este proyecto", contó Nazarena, una de las impulsoras de la idea.
Los jóvenes están convencidos, además, de la importancia que tiene en tiempos donde el avance tecnológico tiende a extinguir el papel impreso, el incondicional apoyo a la producción de libros y se comprometen con esa causa.
Nazarena y Guillermo cuidan celosamente todo el proceso creativo.
Ellos hacen todo, desde la selección de los textos hasta la distribución y venta final. Están en todos los detalles, incluso en la cinta señaladora que va unida a los libros.
"Somos una editorial que se ha propuesto realizar ediciones con un alto valor estético, sin descuidar el criterio editorial. Nos interesa crear un producto atractivo, cercano a los denominados libro-objeto", aseguran.
El formato de los libros es de 13x13 (el tamaño de un CD) "para poder trasladarlo a cualquier parte, leer en donde cada uno quiera. Creemos que el libro no es algo que solamente se lee y se cierra, sino que también se mira, se exhibe y se conserva", comentó Nazarena.
La temática que unifica las ediciones es la narrativa. Cada texto es cuidadosamente discutido y seleccionado siguiendo ciertas pautas editoriales y con un riguroso sentido estético. Cada colección que se lanza al mercado tiene un hilo conductor.
Por ejemplo, la última denominada "Cinco sentidos", reúne cinco libros con cuentos de autores reconocidos; los textos de cada uno de los escritores tiene múltiples referencias a un determinado sentido.
Se venden en quince librerías de Buenos Aires y en los escaparates de la librería ubicada en España 1.471 de General Roca.
El precio de cada uno es de cincuenta pesos.
Hasta el momento la editorial 13x13 vendió poco más de trescientos ejemplares de sus primeros tres libros de su primer colección "Cinco sentidos", son cuentos de Oscar Wilde, Nikolai Gogol y Scott Fitzgerald.
La pequeña empresa aún no es rentable porque todo el dinero que ingresa por la venta se reinvierte en nuevas ediciones.
Sin embargo, estos dos jóvenes roquenses están convencidos de que "puede funcionar.
Sólo hay que seguir armando colecciones y publicando textos para que esto crezca".
La editorial 13x13 apunta también a generar una relación más intimista con el lector y con los hacedores culturales.
"Por eso estamos abiertos a establecer contacto con fotógrafos, artistas y dibujantes interesados en ver sus trabajos en los libros que hacemos. Mantenemos esta convocatoria en forma permanente y así también la posibilidad de que los lectores y escritores nos contacten para comunicarnos sus inquietudes", invitó Nazarena.
Para comunicarse con los editores hay varias vías.
Su blog es editorial13x13.blogspot.com, su mail es editorial13x13@gmail.com. También están en Facebook y Twitter.
(AN)